El reto de… noviembre
Este mes ya se nota la cercanía al invierno. Y, como siempre, el cambio ha sido de repente: un día nos fuimos a la cama en manga corta y al día siguiente salimos de casa casi con bufanda.
Por eso, ¿qué os parece dedicar este reto del mes a esos cambios bruscos del clima? Pero, como no puede ser de otra forma, vamos a darle un toque de fantasía y reflejarlo como en la imagen:
Por tanto, los protagonistas de vuestro relato de 400 palabras deben atravesar un puente entre un mundo de verano y uno de invierno.
¿Os atrevéis?
Podéis subir vuestros relatos como comentarios de la entrada. ¡Estamos deseando leerlos!
Como muchos días la princesa de Meridian, Katya la grande, cruzaba el pequeño puente que separaba, su gélido reino en el castillo de Liam a los pies de los montes grises, de los siempre pequeños y cálidos pueblos y también sus alegres ciudades, esparcidos a lo ancho y largo del país.
Katya había sido presa de un maleficio de una pobre mujer. No quiso darle hospedaje en su inmenso castillo y ésta a cambio le auguró que en las inmediaciones de su castillo, nunca vería el sol y siempre sería invierno nevado, también una vida larga, larga, larga, viviría siglos, vería morir a toda su familia, y solo podría envejecer y fallecer, cuando engendrara un niño de un vagabundo del reino.
Al principio Katya no hizo caso de la maldición, pensando que sería simplemente una forma de quejarse de la sucia mujer. No le gustaba la gente pobre, ella era toda una princesa y juntarse con la plebe era impensable.
Katya se prometió y posteriormente se casó con el príncipe heredero del imperio colindante, la boda fue todo un acontecimiento en los alrededores. Los años pasaban y no tenía descendencia, incluso se llegó a decir que mantuvo relaciones con algún que otro hombre de la nobleza cercana, pero sin conseguirlo. Su marido murió ya entrados los sesenta años y Katya seguía teniendo la frescura y la belleza de una joven veinteañera.
Ya hacía tiempo que se había tomado en serio la maldición y todas las mañanas, disfrazada para que nadie la reconociera, salía de su castillo cubierto de nieve y en cuanto pasaba el puente la recibía la calidez de los rayos del sol y la verde vegetación.
Llevaba años haciendo de tripas corazón y superando su asco por los sucios y malolientes vagabundos, les prometía unas monedas de oro, si mantenían relaciones con ella. Todos se pegaban por hacerle el favor y comer caliente unos días con la recompensa, lo que no sabían es que la cruel Katya, por si se quedaba embarazadas y alguien la reconocía, después de las relaciones, como si de una amantis religiosa se tratara, los mandaba matar y regresaba a su frio castillo a esperar, dejando atrás la eterna primavera del resto del reino. Nada, nunca pasaba nada y así un año y otro y otro. El maleficio se estaba cumpliendo y ella viviría en soledad por toda la eternidad.
Muy buen relato, Mª José. Tan fría es tu protagonista como el clima de su castillo. Me encanta 🙂
Me encanta la historia y mucho más el final. Muy bueno Mª José. Me ha gustado mucho.
¡Gracias, chicas!
Me encantó la historia