El reto de… diciembre
El año 2021 toca a su fin y, con él, esta sección del blog.
Por eso, para este último reto del mes, proponemos un relato de 400 palabras cuyo momento culminante sea la despedida final.
Eso sí, recordad que una despedida no tiene por qué ser motivo de tristeza. Por eso, os tenéis completa libertad para introducir la de vuestro relato en la situación y que queráis.
¿Os animáis?
Podéis subir vuestros relatos como comentarios de la entrada. ¡Estamos deseando leerlos!
Este estaba siendo un verano de ensueño, como cada año Marisa llegaba al pueblo desde la capital, y también como cada año, Luís la esperaba ansioso. Eran dos chiquillos cuando se conocieron y desde el primer momento que se vieron, se gustaron, siempre jugaban juntos, merendaban juntos y hasta estudiaban juntos si a Luís le había quedado alguna asignatura, Marisa encantada, le ayudaba. Sus familias vivían cerca la una de la otra, en el pueblo no había distancias. Ella representaba lo moderno de la ciudad, sus vaqueros de marca, sus deportivas a la última y sus locas y divertidas ideas. Luís era más introvertido, inseguro y con miedo a ser el típico “paleto” y que le rechazara por ello.
Desde hace cinco años, todos los veranos Marisa va a casa de su abuela a pasar dos meses, hasta septiembre que empiezan las clases, cuenta los días que quedan para poder verle, pronto, en un par de años, será mayor de edad y podrá decidir su vida, o eso piensa ella que está enamorada de Luís.
El pueblo es uno de esos pueblos de la España rural y casi despoblada y la única forma que tienen de comunicarse el resto del año, es por medio del correo ordinario, así que se escriben cartas llenas de romanticismo, que tanto ella como él, guardan en sendas cajas como el tesoro más preciado.
Este verano ha sido diferente a los anteriores, ya están en la adolescencia y han empezado a cogerse de la mano, a darse algún beso que otro y a prometerse amor eterno. Empiezan a conocer la sexualidad y el amor juvenil.
Ha llegado el momento de separarse, los padres de Marisa han ido a buscarla. Ellos se despiden con lagrimas en los ojos, se abrazan y al oído se dicen bajito para que nadie los oiga.
—Te quiero y soñaré todos los días contigo —musita Marisa.
—No me olvides y no te eches novio —susurra él temblando de miedo a quedarse solo otra vez.
—¡Qué tonto eres, si sólo tengo ojos para ti! Ya cuento los días que faltan para volver a verte el verano que viene —murmura ella.
Y sin ponerse de acuerdo y llenándose de valor, se dan un tímido beso y se siguen con la mirada hasta que Marisa entra en el coche con la ilusión de que los días pasen rápido y sea ya el verano siguiente.
Qué bonita historia de amor, Mª José 🙂
Precioso relato, me ha gustado mucho.