Día del Libro 2021
Esta semana es el Día del Libro: ¡vuestro día, queridos escritores! ¡Felicidades!
Por ello, vamos a homenajear al gran maestro de la literatura española y a su libro más importante: Don Quijote de Miguel de Cervantes. Y lo vamos a hacer con uno de los temas más importantes del libro: la literatura y los lectores.
Por ello, el relato del Día del Libro va a estar protagonizado por un lector que vive una aventura relacionada con lo que está leyendo en ese momento.
Y, como es una aventura, esta vez el relato será de 400 palabras. ¿Os parece?
Eso sí, hay una condición: el relato debe empezar y acabar con el personaje leyendo.
¿Os atrevéis?
Podéis subir vuestros relatos como comentarios de la entrada. ¡Estamos deseando leerlos!
LEER PARA SER LIBRE
Me metí entre los árboles de la selva, huyendo de mis perseguidores. Corría y corría sin parar, los pies casi ni pisaban el manto verde que cubría el suelo, resbalé y caí, dando vueltas por una ladera hasta que me paró un arbusto. Medio mareada por tanta voltereta y los nervios, intenté serenarme y noté que algo rozaba mi pierna, giré la cabeza y vi como una serpiente rectaba a mi lado. Quieta sin respirar observé que poco a poco se iba alejando de mí, cuando estuvo a una distancia prudencial, me incorporé para seguir escapando de mis secuestradores.
No llevaba ni doscientos metros cuando uno de ellos me encontró y me apuntó con un arma en la cabeza y me ordenó levantar las manos. Mi corazón estaba a mil por hora, la vista se me nublaba, me faltaba la respiración… y entonces oí:
̶ ¡Julia, Julia! ¿Me oyes? Siempre lo mismo, en cuanto estás leyendo te abstraes aislándote del mundo. Te toca la medicación ̶ le dijo la enfermera.
Julia era una niña de diez años que desde que nació no había salido de la habitación del hospital. Sufría SCID, también conocido como “síndrome del niño burbuja”. La cama estaba pegada a la ventana, por ella se veía el aparcamiento de la clínica, era el único paisaje que había visto en su vida. Lo que hacía que su larga estancia fuera más llevadera eran los libros, su cara triste y cansada, se tornaba alegre y radiante en cuanto abría uno y empezaba a leer. Su imaginación volaba y se veía protagonista de cada aventura que caía en sus manos, por la selva, el desierto, los mares e incluso las grandes ciudades. Devoraba cada ejemplar que la llevaban.
Tumbada en la cama extendió el brazo para que la enfermera pusiera el medicamento por la vía que tenía y con la mirada perdida en el azul del cielo, esperó a que se fuera para volver a su lectura.
Notaba como aquel hombre se acercó a mi oído y me dijo:
̶ Si te mueves te vuelo los sesos.
En ese preciso momento una urraca se abalanzó cual misil nuclear y le picó en un ojo, se llevó las manos a la cara y soltó el arma, instante que aproveché para huir de nuevo y…
A Julia le estaba haciendo efecto la medicación y se quedó dormida con el libro entre las manos.
Muy bueno, Mª José. Un comienzo estupendo y un relato muy tierno.
Me gusta muchísimo María José. ¡Muy buen relato!
Mª José, ¡Tú relato me ha llegado al alma!. Muchas gracias por compartirlo.
Gracias a todos vuestros comentarios. Siento pena que nadie se haya animado a hacer el reto de abril y este del día del libro, porque como lectora, estoy deseando imaginar las aventuras de los compañeros. Por favor, no dejéis de escribir, para poder disfrutar de ellos. Un abrazo
Están en el horno 😉 Enhorabuena por el tuyo 👏👏👏
Que chulo Mº José. Lastima de medicamento – Lesmots de 400mg
María se quedó perpleja. Las líneas que acababa de leer eran la descripción exacta de la casa de su abuela. ¿Cómo podía ser? Miró quien era la autora Patricia Ruiz. Ni idea. La fecha de publicación de la novela, 1965. Su abuela por entonces debía tener unos cincuenta años y ya llevaba viviendo en aquella casa mas de treinta. El inmueble seguía perteneciendo a la familia por lo que si la autora conocía la casa… ¿Sería que Patricia Ruiz se había relacionado con su abuela?
Siguió leyendo. Una intrigante historia romántica se desarrollaba allí. La protagonista… le recordaba a… no podía ser… le recordaba a su abuela. Pero sólo en parte. Su abuela había sido una mujer decidida, con carácter, fuertes convicciones y ama de casa. Tal y como se estilaba en aquella época, su ocupación había sido “sus labores”. Sin embargo, la protagonista de la ficción era escritora y el texto estaba escrito como una autobiografía.
María cogió el coche y se dirigió a la casa en un pueblo remoto de la España profunda. Miles de recuerdos entrañables se agolparon en su cabeza. Con el libro en la mano recorrió el inmueble ¿Cómo era posible que la autora conociera la vivienda tan al detalle? Volvió a googlear, Patricia Ruiz. Nada. Sólo encontró las obras que había escrito. Esta era su primera novela. No había fotos, ni año, ni lugar de nacimiento. A María le irritaba que las redes sociales hubieran aparecido después. Así no había forma de investigar a nadie.
Reanudó la lectura. Aquel amor imposible estaba en su cenit. Ella no era libre, hija de una familia humilde la habían obligado a casarse con el hijo único de un militar viudo. Este último había muerto al poco tiempo del enlace dejando a su vástago una modesta pero no desdeñable herencia. En cuanto estalló la II Guerra Mundial el flamante esposo se alistó en la División Azul. El verdadero amor de ella, un aviador de la República que estaba en la cárcel en Marruecos se escapaba para verla. Cuando la guerra terminó y el soldado volvió, su esposa le contó la verdad, él empezó a pegarla, pero el amante, que esperaba fuera, entró, forcejearon, el militar cayó muerto por un golpe contra la chimenea no sin antes herir al republicano. Como pudieron enterraron al marido en el jardín. El amante suplantó al marido, pero murió al mes. Ninguno sabía que ella estaba embarazada, de una niña, con la misma marca de nacimiento que su padre. María se miró la señal en forma de copa de helado que tenia en el codo y compartía con su madre.
¡Muy bueno, Merche! Estupenda historia de misterio 🙂
Muchísimas gracias 😁😘
Qué buena! Las herencias, la material del marido, la genética de María y su abuelo aviador…habrá que examinar ese codo!
Me ha encantado. Muy buena historia.
¡Colosal! Qué pena que solo sean 400 palabras, me he quedado con ganas de saber que pasa.
Muchísimas gracias a todos por vuestros comentarios. Me animan un montón.
Ma. José, Mercedes, me han encantado vuestros relatos, son estupendos.
Como me daba pena que solo hubiese estas dos aportaciones en este Reto, añado humildemente la mía. Espero que os guste,
—Mamá, Mamá, léeme el libro de Atreyu ¿Se curará la emperatriz? —Me preguntaba con impaciencia, como si tuviera un poder adivinatorio —Atreyu tiene que salvar Fantasía.
Tiraba de mí hasta llegar a su cuarto, me entregaba el libro de tapas de color cobre para que ejerciera de sacerdotisa.
Desde que nació mi primer hijo, adopte la costumbre de leerle un cuento antes de dormir, el niño esperaba a que se materializase la magia. Yo me tomaba muy en serio el oficio de Sherezade, imitaba la voz del hada, la de la princesa, la del gato con botas … Y él me miraba con asombro hasta que yo le mostraba las imágenes, siempre tan reveladoras, entonces se acababa parte del hechizo. Yo ya estaba muy cansada y quería que el niño se durmiera en seguida pero la lectura llenaba sus ojos de mundos imaginarios a los que a mí también me arrastraba. A veces me quedaba dormida con la boca abierta y un hilillo de baba en la comisura de los labios, me despertaba incómoda, con la ropa puesta, el cuerpo torcido en un lugar estrecho, en la cama de un niño.
Me iba entonces a mi propia cama, al mundo de los adultos del que me había escapado. Recordaba con nostalgia mi propia niñez. Mi madre nunca me leyó un cuento, en su mente práctica de madre eficiente nunca lo hubiera visto necesario. Estar limpios, sanos y bien alimentados era la misión que llevaba a rajatabla. No fue hasta que descifré el misterio de enlazar las tediosas silabas que nos hacían cantar en la escuela en forma de salmodia, cuando comprendí la imaginación de los otros y el nacimiento de la mía. El mundo se hizo más grande, la lectura me llevo a un mundo íntimo del que solamente yo tenía la llave, en el que sentía, por medio de las palabras, las vidas de los otros. Nunca sería Aladino, pero con él volaba en una alfombra mágica, me manchaba de hollín con la Cenicienta, o era la princesa a la que le molestaba un guisante bajo siete colchones.
Esa noche leíamos, como ya habréis adivinado, “La historia interminable”. Era el momento que Bastián se da cuenta de que le necesitan para salvar Fantasía, un lector que lee un libro del que será protagonista.
¡Cómo envidiaba a Bastián! Él cumplía el sueño de todo lector, meterse en la aventura que esta leyendo. Esa noche no pude esperar al día siguiente, le robé las horas al sueño y me sumergí en la historia que inventó Michael Ende hasta que vi con ojos chispeantes la palabra FIN.
Me ha encantado, Pilar. Gran reflexión sobre el papel de la literatura desde dentro.
Entrañable, precioso, me ha gustado mucho. Muchas gracias
Me encanta. Una historia adorable, entrañable, maravillosa. ¡Estás que te sales!